Los seres humanos estamos diseñados para sociabilizar, desde nuestros antepasados pertenecer a un grupo significaba poder sobrevivir a los peligros que debíamos enfrentar para subsistir, ya que luchar en masa era más conveniente que deambular solos y enfrentar a nuestros enemigos. Sumado a esto desde que nacemos somos tan débiles que necesitamos de otro que nos cuide, alimente y nos provea de las necesidades básicas pero también y no menos importante, que nos brinde caricias, abrazos y demostración de afecto, sin estas condiciones es imposible crecer y sobrevivir. Así se segrega en el cuerpo oxitocina conocida justamente como la “hormona del amor”. Dicha sustancia nos procura estados de seguridad, relajación y calma.
Numerosos estudios demuestran que la soledad impacta negativamente en la salud. Por eso es necesario además de prestarle atención a valores de presión arterial, colesterol y glucosa, y comenzar a preguntarse y reflexionar: ¿Cuándo fue la última vez que me junte con amigos? ¿Cuánto tiempo paso con mis seres queridos? ¿Cuándo fue la última vez que abrace y/o me abrazaron?¿Cuánto hace que no comparto unos mates?.
Está demostrado que las personas con una escasa vida social se encuentran más propensos a enfermedades y viven menos. Además en una investigación a través de neuroimágenes se observó que en las personas sometidas a exclusión social (ejemplo a no ser invitado a un evento, ser expulsado de un trabajo, o padecer bullying) se activa la misma zona del cerebro que la que se activa cuando existe dolor físico (de cualquier tipo), es decir, comparten las mismas vías neuronales. Es por eso que en civilizaciones antiguas el destierro era un castigo temido, aún más que la pena de muerte ya que se consideraba “La muerte en vida”.
Por eso es conveniente que cuando se sienta nervioso, angustiado o estresado en vez de aislarse y replegarse en uno mismo, recuerde los beneficios que genera el apoyo social, reunirse con sus seres queridos, participar de eventos sociales, compartir pasatiempos, etc. Esto ayuda a mantener un cerebro saludable, y actúa como un efecto amortiguador al síndrome del estrés, aumentando la sensación de bienestar y mejorando la calidad de vida.
Como dice la frase: “Colmado de felicidad o de sufrimiento el corazón tiene necesidad de un segundo corazón. La alegría compartida es doble alegría y el dolor repartido es medio dolor”.
Dedicado a mis amigas, hermanas del alma.
Lic. Mariana Dell´Osa
MP: 94693 / MN: 37855