A partir del aislamiento producido por la pandemia que estamos atravesando se incrementó notoriamente la utilización de herramientas digitales para mantener el funcionamiento vincular, social y laboral.
Si bien esto está produciendo un salto creativo y de innovación muy beneficioso para la humaidad, la manera abrupta en la que se potenció puede ser parte del estrés que sufrimos en la actualidad.
Adaptarnos a lo nuevo nunca fue fácil; implica un proceso para que el cerebro pueda automatizar y fijar nuevas respuestas, nuevas conductas.
Es importante por eso no colapsar y abrumarse con facilidad, tenerse mucha paciencia e ir paso a paso. Es recomendable hacer pausas tecnológicas, poder intercalarlo con otras actividades para descansar la vista, la concentración y la tensión que siempre trae aprender algo nuevo.
No se trata de prescindir de los beneficios que trae el mundo digital, sino encontrar la forma de utilizarlo. Recordemos que no es la tecnología la que produce estrés, sino el uso que le damos.